
¿Con que objetivo nace The Mindful Room?

Cuando yo misma empecé a darme cuenta de los increíbles beneficios de vivir con una mente en calma, una de las primeras cosas que experimenté fue una necesidad muy grande de salir a la calle y contar a cualquiera que quisiera escucharme que se puede escoger desde dónde vivir, que no tenemos por qué estar tiranizados por pensamientos y emociones constantemente.
Con el paso del tiempo he hecho de este deseo un camino de emprendimiento.
Hoy tengo la enorme fortuna de poder decir que, sin duda alguna, el objetivo último de The Mindful Room es ofrecer una salida hacia la libertad interior.
Y aunque soy consciente que esto puede sonar muy utópico, cuanto más tiempo pasa y más gente acompaño en procesos de integración de la atención plena, más me doy cuenta que Mindfulness es sinónimo de libertad.

Para ti, la palabra clave es la INTEGRACIÓN. ¿Cómo se traduce esta palabra aplicada a tu método?

A veces me preguntan cómo se relacionan el coaching, que se enfoca en objetivos a futuro y el Mindfulness, que se enfoca en el momento presente.
La integración es la respuesta.
En Mindfulness hablamos mucho de la aceptación. No tanto desde el resignarse, sino más bien desde el acoger. Dar espacio a lo que hay, aunque no me guste, aunque me duela. Lo abrazo y dejo de resistirme a ello, porque eso también forma parte de mí y necesita ser observado.
Solo desde aquí, entendiendo, observando y aceptando mi mundo interior y aquello que lo condiciona, puedo dirigirme hacia lo que quiero con paso firme.

Ya sabemos que el Mindfulness supuso un cambio de 180º a tu vida. ¿Hoy en día qué papel juega en tu vida, dejando de lado el ámbito profesional?

Yo siempre digo que Mindfulness, más allá de ser un conjunto de técnicas, es por encima de todo es una filosofía de vida.
Sale en escena cuando estás trabajando, por la calle, almorzando, con la pareja o en el gimnasio. Está siempre.
Cuando algo me duele, me permito ese dolor y me doy espacio para transitarlo. Cuando algo me alegra y me hace feliz, absorbo ese sentir para empaparme de lleno. Cuando me veo juzgando a otro, primero me permito la soberbia y luego intento ver qué me trae. Cuando dudo sobre algo, intento apartar el ruido mental y escuchar a la intuición.
Procuro estar en observación constante, con una actitud atenta pero relajada, de cómo lo que sucede en el exterior impacta en mi mundo interior.

¿De qué forma empezaste a obtener clientes cuando iniciaste tu proyecto “The Mindful Room”?

Al principio fue con el boca a boca. Colaboraba en un centro de terapias y allí salieron los primeros clientes.
Con el paso del tiempo quise saltar al mundo digital y expandir el proyecto. Fue entonces cuando lancé el podcast «Cómo vivir con calma mental» en las principales plataformas y eso supuso un importante aumento de clientes.

Si un joven universitario aspirara a encabezar un proyecto similar al que pusiste en marcha, ¿qué tres consejos le darías?

El primero, que se trabaje la mentalidad de éxito. Emprender es un proceso de desarrollo personal en sí mismo y te encuentras constantemente con tus sombras: miedo al rechazo, síndrome del impostor, autoexigencia, no sentirte merecedor y poner precios muy bajos, resistencia a mostrarse, etc.
Es vital trabajar una actitud de abundancia y coherencia interior para que el proyecto se amolde tu modelo de vida, y no al revés.
El segundo, es contratar un buen mentor que sepa de marketing y que pueda ayudarle en saber transmitir el valor de lo que ofrece al público objetivo que pueda necesitar su servicio.
En mi propia experiencia ha habido un antes y un después en la definición de mi negocio tras contratar a una mentora.
Y el último, que sistematice y delegue tanto como pueda. Se va mucho tiempo en tareas rutinarias y de mantenimiento. Crear sistemas automatizados o delegar procesos, permite que tú puedas centrarte en la actividad troncal de tu negocio y eso quita mucha presión.

Si volviera a empezar de cero, ¿seguirías el mismo camino o cambiarías algo que hizo?

Lo único que haría de distinto es que contrataría a un mentor mucho antes.
El resto, todo igual.

¿Podrías detallarme como sería un día cualquiera en su vida?

Me levanto a las 6.30 y medito durante 20 minutos. Luego me voy al gimnasio durante una hora, más o menos. Cuando vuelvo desayuno y me pongo a trabajar. ¡Y a partir de aquí ya todo depende!
Destino una tarde a la semana a organizar todo lo que voy a realizar durante la semana siguiente. Trabajo mucho por bloques, que según mi experiencia es lo que más ayuda a enfocar la mente y que la productividad aumente, y me gusta mucho sistematizar procesos.
Las actividades son muy variadas: A veces son sesiones individuales, otras tutorías grupales o meditaciones online, a veces es grabación del podcast, gestión de redes sociales, creación de talleres o trabajo de mantenimiento. ¡No hay dos días iguales!
Las cosas que requieren más concentración y atención las hago por la mañana, para aprovechar al máximo que la mente está más activa. Las cosas que implican menos concentración, como responder mails por ejemplo, lo hago en bloque por la tarde.
Lo que sí que me parece importante es encontrar espacios para uno mismo al terminar el trabajo. Yo me voy a dar una vuelta, me pongo a leer o hago alguna actividad que me guste.
Ceno a eso de las 20.30h y a las 22.30h me voy a dormir, ¡un poco como las gallinas! jaja

¿Cuál es la palabra a la que le tienes más manía?

Esfuerzo. No puedo con ella.
Lo asocio al sacrificio, al mal vivir, al estrés y la ansiedad. Me parece que habla de expectativas que la sociedad pone en ti y que nada tienen que ver contigo. Un poco como la imagen de un hámster en una rueda.
Y lo relaciono mucho con una frase que no soporto que es «ganarse la vida»: «Para ganarse la vida hay que esforzarse».
Creer que tenemos que ganarnos la vida lleva implícito que no la merecemos y tenemos que hacer de todo para ser dignos de ella. Cuando lo cierto es que ya la tenemos ganada porque ya estamos aquí, estamos dentro de ella.
Por eso me gustan más términos como «intención» o «perseverancia». Te colocan en el centro de tu vida poniendo el foco en un objetivo a futuro, confiando en que podrás surfear con los imprevistos que vayan saliendo y disfrutando del camino. Sin prisa, pero sin pausa.