La crisis del coronavirus ha supuesto un antes y un después en la realidad social de todo el mundo. Por mucho que no queramos, tendremos que aceptar que el mundo ya no es el que era antes de marzo de 2020; y que, de aquí a unos meses o unos cuantos años, el mundo no tendrá nada que ver como el que conocemos ahora.
No cabe duda de que las consecuencias económicas que traerá esta pandemia serán duras para la macroeconomía (y microeconomía) de la gran mayoría de los países, no solo de nuestro entorno cercano, sino a una escala plenamente global.
Es por ello por lo que, en este mundo tan acelerado y cambiante, las empresas, con independencia del tamaño que tengan, necesitarán asumir cambios radicales -y, por tanto, imprescindibles- para adaptarse, sí o sí, a esa nueva era que comienza a girar en torno a la tecnología y la digitalización, como una nueva religión constituida por dos deidades a la que asiste la Humanidad y en la que deberemos rendir obligado culto, sino queremos ser sospechosos herejes de profesar hábitos de consumo del pleistoceno.
Dejando de lado el aspecto algo místico del asunto, y enfocándonos en el plano más terrenal, la empresa de software Salesforce, elaboró no hace mucho un informe en el que afirma que casi el 70% de los gerentes españoles asegura haber cometido algún tipo de transformación digital en sus negocios como respuesta a la COVID-19. Sin embargo, la mayoría de estos empresarios consideran que es una respuesta de carácter temporal para contrarrestar los efectos que supone la COVID-19.
He aquí uno de los grandes problemas y en los que hay que detenerse: la temporalidad, pero hay otro que se puede considerar peor, si cabe: la resistencia al cambio.
Craso error si se cree que la digitalización es un proceso temporal y que es algo que la empresa decide hacer con fecha de caducidad a corto plazo. Craso error si uno se resiste al cambio porque no podrá culminar la digitalización de su empresa.
La digitalización es un proceso íntegro que exige continuidad en el tiempo y transformación en cada uno de los procesos que debe experimentar la propia empresa en su conjunto y en el que entran en juego muchas variables. La digitalización NO es solo crear una página web corporativa, abrir dos cuentas en redes sociales o externalizar nuestra plataforma de e-commerce a una agencia de profesionales low cost.
Va más allá de eso, va más allá de las relaciones con los clientes, la venta online o la gestión de la logística de nuestro negocio, entre otros muchos procesos.
La digitalización debe ser fruto de una auténtica revolución estratégica, no solo de cómo entendemos el modelo de negocio, sino de cómo queremos ver y afrontar nuestra empresa de cara al futuro, ya sea para crecer de forma sostenible, vender en otros mercados o bien para sobrevivir en nuestro nicho de mercado cada vez más competitivo.
Por ello, antes de todo, deberíamos tener claro tres aspectos clave:
1) Mentalidad / Visión: La digitalización requiere una altura de miras, una visión diferenciada y estratégica a largo plazo si no quiere que su negocio se quede atrás y no coja el tren de la supervivencia o la transición a la modernidad. No obstante, para adquirir este tipo de visión es fundamental que haya un cambio de chip. De tal modo que habría que cuestionarse también una esta serie de ítems relacionados con el tema en cuestión:
· La presencia online de tu empresa es tan real y efectiva como puede ser la offline.
· El actual sistema de liderazgo tan jerárquico de las empresas frente al sistema más horizontal en el que creen las nuevas generaciones profesionales.
· La flexibilidad en el mercado laboral en un mundo cada vez más digital frente a la jornada de trabajo rígida propia de la época industrial.
· La presencia insitu en el centro de trabajo como requerimiento imprescindible para ser más eficiente y productivo en su actividad laboral.
· Enfocar el teletrabajo más como modelo eficaz de trabajo (y también de conciliación laboral) que como una simple medida pasajera en época de la COVID-19.
Todos estos puntos anteriores son algunos ejemplos de temas que las empresas deberán debatir en sus propias organizaciones y, por tanto, asumir como retos pues forman parte de los cambios de paradigma que se avecinan y acabarán, muy posiblemente, instalándose en la mayoría de las empresas.
2) Formación: Casi el 50% de los directivos encuestados en el mencionado estudio considera que es necesario nuevas habilidades a sus trabajadores. Asimismo, más de un 40% de las empresas españolas prevé invertir en formación continua de sus empleados. La inversión en formación de competencias digitales y tecnológicas será cada vez más imprescindible en la nueva era post Covid19.
3) Equipo humano: La digitalización de tu empresa no la puedes dejar en manos de cualquiera. Mucho menos externalices la mayoría de los procesos y tareas claves que entran en juego en la digitalización de tu negocio. Es de suma importancia contar con un buen equipo humano que trabaje en tu empresa, disponer de profesionales que cumplan con su función coordinadamente con otros equipos de trabajo, estableciendo sinergias para cumplir con los objetivos de la estrategia digital de tu negocio.
Como he dicho, estos tres aspectos contribuirán sin duda a encauzar de manera eficaz la transformación en nuestra empresa en la Era Digital sin olvidar la capacidad de innovar que aportará nuestro valor diferencial como organización. Y, además, tener claro que el futuro no es que sea digital, es que el pasado ya lo es. Y mucho.
Fuente Estudio SalesForce: https://www.salesforce.com/mx/resources/research-reports/#!page=1